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Cuentos de una época que no volverá.

tres cuentos ... La Mosca estocástica. Ese e xamen de fin de semestre era uno de los filtros de la carrera. Leyendas en los pasillos de Beaucheff. Semanas antes me enclaustr aba con cuanto libro encontr é sobre la materia. P rocesos de Markov, movimiento browniano, Teoria de Einstein, modulación de Smoluchowski, la caracterización de Lévy y la variedad de Riemann. Una mosca revoloteando, insistía saber mas del movimiento browniano que yo. Repentin a y enérgicamente , t oca ron a mi puerta. Abrí. Estamos en cuarentena, gritaba mi madre desesperada. L a mosca estocástica salía volando sin regresar. Girando sobre mi mismo, volví a mi cuarentena auto-impuesta , cerr a ndo impávido la puerta tras de mi.  Moises, mi mochila y los chilenos. La Q10 estaba vacía. Tomé asiento s en primera fila reservando uno para mi compadre. La sala se llenaba y Moises Mellado, apenas ingresó , escribía formulas en el pizarrón. Corrían

Una cuestión largamente esperada.

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Desde los ’70, he venido observando el rasante desarrollo de tecnologías digitales cuya historia es conocida y evidentemente espectacular.  Asociada a ellas, la robótica, la Inteligencia artificial, las comunicaciones, la automatización y muchas aplicaciones específicas en la industria, sin embargo, fueron promocionadas e incentivadas como el santo grial para el trabajador del futuro, mas tiempo para la familia, mejor salud y mayores alternativas para la entretención y esparcimiento.  Recuerdo la gran cantidad de visionarios, en los ’60 y ’70 imaginando un futuro esplendoroso donde la tecnología parecía ofrecer la solución a muchos problemas de la sociedad. Por supuesto que no todos pensaron un mundo iluminado y aparecieron también los que veían en todo este incontenible desarrollo, amenazas al hombre, a la sociedad y al planeta. Pero cuando se trataba la contabilidad de los benéficos vs los riesgos tendieron a ver este ambiguo futuro luminoso como la siguiente escala evolut

Sobre motivación y autoconocimiento.

Hay veces en que me pregunto: ¿cual habría sido mi perfil psicológico hoy, si desde pequeño me hubiera entrenado en las bondades de los actos virtuosos?, ¿cómo reaccionaría hoy ante las vicisitudes de la vida, si mi educación espiritual hubiera sido, cómo decirlo, más profunda? Y no es que haya crecido en una familia ajena a lo espiritual, cuando la fuente religiosa era amplia y muy variada. La cuestión es que lo religioso en nuestras culturas occidentales deja muy poco espacio para un entrenamiento espiritual en la práctica, perdiéndose lo esencial en oraciones realizadas como entrenamientos deportivos, sosteniendo un entendimiento pobre sobre las cosas o cuando dichas cosas van mal, pedir por ayuda a un ser supremo que percibimos ajeno a la cuestión cotidiana del hombre. Muchos estigmatizan los dogmas como una limitación a la libertad, generando un rechazo sutil …. cuando yo he ido aprendiendo la fuerza que tiene decidir libremente practicarlos con fe. Pero, eso es un tema para

Autocomplacencia y humanismo.

La autocomplacencia es una droga. Tengo varios amigos que padecen de ella, propensos a la depresión o a la violencia originada por la gran diferencia que se produce entre las altas expectativas propias en comparación con lo que se percibe recibir de los demás. Un balance emocional que generalmente es negativo, manteniendo cautiva a la persona en una sola tarea interna, evaluar de forma sesgada a los demás. Esto a mi parecer es una reminiscencia adolescente no superada y que se arrastra para el resto de la madurez ocasionando que las personas con este tipo de actitudes nunca puedan encontrar una paz interna verdadera, una tranquilidad basada en aceptarse y amarse a sí mismos equilibradamente, para poder así amar a los demás. La autocomplacencia va en contra de “Ama al prójimo como a ti mismo” y esta está proliferando en muchas partes del mundo. Sin embargo, he notado que la autocomplacencia no es una actitud que aparece únicamente en individuos, sino que también la muestran grupos, c

¿La filosofía, muerta?

Hace poco me topé con un tema que había dejado en el tintero y cuyo titulo es ... "la muerte de la filosofía", sentencia hecha nada más y nada menos que por Stephen Hawking, allá por el 2011 en su libro “El gran diseño” co-escrito con Leonard Mlodinow. Levantó airadas críticas y comentarios afiebrados de filósofos del calibre de Umberto Ecco, que destroza los argumentos blandidos en el mentado libro de forma magistral y simple. Alegando que probablem ente no fue prudente confiar el destino de la filosofía a personajes de una serie de ciencia ficción. Refiriéndose al Sr. Mlodinow como guionista de Star Trek. (cierto !) En fin, sin embargo este tema de la muerte de ideo-logismos y tendencias no es nada nuevo. En otro artículo sobre la actualidad en filosofía aparece un contemporáneo de Umberto, el Filósofo alemán Peter Sloterdijk, que en su ensayo ( Die Zeit Sept. 1999) “Normas para el parque humano”, aparece sentenciando la extinción del humanismo en manos

El mundo al instante o su dicotomía al descubierto

Cuando se habla de pornografía, si, han leído bien; asociamos esta palabra a evidentes desinhibiciones, explícitos ejemplos de cualquier naturaleza cuyos documentos gráficos o textuales tienen como base el sexo y que se utilizan para el jolgorio y la autoexcitación, esto último según la RAE. En este texto sin embargo, quiero extender el uso de esta palabra a otras esferas de la vida humana. La omnipresencia de los medios, en todos los países, a través de todas las culturas, participando casi instantáneamente ante cualquier evento sea este internacional, local, público o privado (cuya exposición a esos medios se hará seguro tarde o temprano), deja al alcance de muchos el flujo explicito, sin desinhibiciones de documentos gráficos o textuales que tienen como base simplemente nuestra turbada naturaleza humana. Y digo turbada pues observando este flujo de cosas humanas a través de diarios, revistas, televisión, para nombrar los medios antiguos, además de los “smart phones”