La prisión de la libertad


Los siguientes frases son algunas de las definciones de la palabra libertad.

1. Facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos.
2. Facultad que se disfruta en las naciones bien gobernadas de hacer y decir cuanto no se oponga a las leyes, ni a las buenas costumbres.
3. Prerrogativa, privilegio, licencia.
4. Condición de las personas no obligadas por su estado al cumplimiento de ciertos deberes.
5. Contravención desenfrenada de las leyes y buenas costumbres.

Muchos identifican la libertad con la definición del punto 3 arriba, y si a ello sumamos la definición del punto 4 y 5, entonces queda claro y completo lo que “vox populi” queremos entender por libertad. Sin embargo, en la primera definición y al final de la frase, se habla algo sobre la responsabilidad.
Justamente aquí es donde encuentro que los ejemplos de una libertad responsable han ido perdiendo su persistencia, debilitados por esta turbulenta sociedad de consumo donde es preferible (valorable) vivir sin decidir, “disfrutar” todo cuanto se nos ponga a nuestro alcance y cuanto más y más rápido mejor.
Haciéndonos creer que ejercemos nuestra libertad cuando, empujados por el torrente de deseos inculcados, vamos tratando de satisfacerlos afanosa y en algunos casos penosamente.

Pero, precisamente es, en el momento en que distinguimos el hecho que podemos decidir, cuando podemos ejercer nuestro “libre albedrío” y romper el nefasto círculo vicioso del antojo, el capricho, la moda o el qué dirán. ¿Quién decide lo mejor para sí o para el prójimo? ¿qué escala de valores utilizamos?.
Aprender a decidir es un derecho que muchos, estoy seguro, desconocen y que está relacionado más con la educación que con la libertad.

Hoy más que nunca, parece una paradoja, que la mayor cantidad de información disponible nos nuble el discernimiento antes de fortalecer el ejercicio de la libertad para decidir, que es precisamente la forma de liberarse.

Por último, no ejecer la libertad de decidir responsablemente, resulta, cuando menos como lo dijo ya Michael Ende, una prisión.

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