La partida de Pato


Hace unos días murió Pato. Patricia Loritz. Ella era Argentina de tomo y lomo, de Cordoba para ser precisos. Estuvo avecinada como 20 años en Alemania, trabajando como profesora de castellano y casada con su Markus, como ella le decía, y lo amaba claro. Ella amaba a todos, sin duda, a su manera, amiga enérgica y sabia, comprensiva, transparente y hasta en algunos casos inquisitiva. Una combinación indescifrable entre madre y hermana mayor. 
Su partida dejó en nuestros corazones un vacío que se ira llenando con sus recuerdos y su legado. Si porque, y aunque algunos no la hayan conocido profundamente, ella dejó huella en todos y cada uno de nosotros. Su muerte fue su última cátedra. En algún momento, de alguna forma, nos daremos cuenta que todos vamos por la misma senda. La muerte llega sin avisar. No hay Emails anunciando su llegada con semanas o meses de anticipación. Ella te llevó a los brazos de Dios, a la tierra pura de los Budas, creo yo, así tan rápido, tan inesperadamente, que aun suenan en mis oídos tus palabras y ya no estas aquí.
Creo que todos te agradecemos algo, Pato. A cada cual le diste lo que necesitaba en el momento justo, en el lugar preciso. Con estas breves frases, quiero agradecerte. Dar gracias por haber estado allí cuando más lo necesité, cuando creyendo estar sólo compartías tu sonrisa pero, y sobre todo, tus oídos y tu palabra.
Si embargo hay algo de inmortal en todo esto. Nuestro amor por ti estará siempre presente sea que te manifiestes como tu eras o solo en recuerdos o en sueños. Visto de esta forma el amor va mas allá, lo abarca todo y transforma lo discreto en un continuo.  Pato, aun estas en nuestros corazones y en nuestras mentes.
Estoy seguro que estés donde estés, estas trabajando por la felicidad de todos y por eso una vez más gracias.
Cuando llegue mi hora espero poder encontrarnos, caminar junto a otros que se han ido y poder compartir un juego de cartas entre risas y café y conversar sobre las cosas que realmente mueven el corazón de los hombres.
Te mando un abrazo, uno que no acabe nunca, de un amigo a este lado de la vida.
Juan

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