Algunas palabras de mi maestro... (1)


Hoy esta nublado y está lloviendo. Entonces, cuando miro por la venta y veo las gotas de agua deslizarse suavemente por el cristal uniéndose unas a otras en formas indescifrables, trayéndome reminiscencias de otros tiempos, me viene a la memoria alguna de las cosas que relata mi maestro.

El me dice, ...  tú haces lo que deseas hacer.
Siempre estas corriendo de una reunión a otra y nunca tienes tiempo para tu práctica espiritual.
Siempre tienes tiempo para leer el diario, ver televisión o pasear tranquilo por las calles de la ciudad camino a una cena o para juntarte con tus amigos a beber contándose chistes.
Pero yo te digo, los budas no necesitan de un día especial, ni de una hora especial, ellos siempre están ahí, siempre nos bendicen. Es más, los budas nos aman a todos los seres más que a ellos mismos. Su compasión es infinita. Entonces no hagas de tu práctica un plan de entrenamiento por agenda. Invita a los budas a tu vida, integra las enseñanzas en todo lo que haces. No necesitas un día especial, una hora específica, un atuendo. No necesitas cambiar de barrio o de amigos, ni de trabajo, ni de novia y sobre todo no necesitas caer en el estrés, para meditar sobre el amor, la compasión, la paciencia y la sabiduría. Sólo necesitas hacer lo mismo de siempre, pero cambiando las intenciones en tu corazón, meditando en silencio en el tranvía, bendiciendo por ejemplo a tu jefe intolerante y a tus colegas rabiosos, agradeciendo todo momento y en especial aquellos difíciles, donde poner a prueba tu corazón es más que sólo tener un buen deseo. En silencio ofréceles tus éxitos, y sobre todo tus fracasos, pero no aquello en lo que has creído fallar sino los sentimientos que se generaron en ti.
Vigila tu mente y doma tus engaños. No hay nada mejor que la vida cotidiana para identificarlos y eliminarlos, para el bien de todos los seres...

Medito en silencio un momento estas palabras y las llevo al corazón.

Aún está lloviendo, las gotas se deslizan silenciosas uniéndose y separándose cayendo por el cristal, mientras otras inesperadas, se deslizan sin querer por mis mejillas.



Comentarios

Entradas más populares de este blog

Una cuestión largamente esperada.

¿La filosofía, muerta?