Sacar a cién

Me vi más que motivado, obligado por la avalancha de ofertas, a escribir estas líneas y abrir las preguntas que aquí dejo planteadas, a tanta porquería con la que los medios nos contaminan definitivamente el alma.

Hasta hace algunas décadas oír el canto de vendedores ambulantes por las tumultuosas calles de Santiago era hasta acogedor. Parte de la ciudad y sus costumbres. “Sacar a cien, sacar a cien”, chocolates, lápices, paraguas, regalitos varios para salir de apuros, en fin todo un surtido de productos que al paso acaparaban la atención de más un peatón necesitado. Por favor, no me mal entienda no estoy apoyando la venta callejera, en desmedro de otras, no, estoy tratando de reencontrar la cosa análoga, entre tanto mensaje digitalizado.

Como sea, parece que no sólo los vendedores ambulantes se benefician de la vía pública. Ya sabemos en que se han convertido nuestras calles y los medios de transporte. Pantallas de televisión, carteles, parlantes y toda una batería de elementos que promocionan todo lo que sea admisible para elevar las niveles de venta a como de lugar. En una actitud que yo la catalogaría de esquizofrénica, donde el “sacar a cien” ya no se escucha.

De los chocolates y los paraguas, ofrecidos cansinamente por personas de carne y hueso, pasamos a los comestibles, vestimenta, línea blanca, autos, inmuebles, viajes, teleseries, juegos, sorteos y premios, vociferado por todos los medios audiovisuales de que se pueda disponer y en cada esquina o espacio público que se pueda arrendar. ¿Quienes son los que están aprovechándose de las circunstancias, para modificar el entorno natural y social transformándolo en un inmenso mercado?. Dejo la pregunta abierta.

Pero esto no acaba aquí, la Internet se ha ido agregando a esta cultura de libre mercado con innovativas funciones y por supuesto productos adicionales. Diariamente recibo una avalancha de Email llamados Spam. El término deriva de la industria alimenticia y hoy se acepta como un significado para “Emails no solicitados”. Lo sorprendente es que en el 2003 el director de la asociación de marketing norteamericana (DMA) Sr. Robert Weintzen defendía los Emails Spam como “a freedom comercial speech” y ya conocemos cuán ineficaces resultan hoy las herramientas para filtrarlos. Entonces, la avalancha de propaganda es una consecuencia de la libertad o el libertinaje comercial?

Bien sabemos lo que se esta ofreciendo por estos medios. Dudosos negocios financieros, venta de productos lujosos de procedencia oscura, productos farmacéuticos, y aquí podría extenderme desde una aspirina hasta potenciadores de toda índole, pasando por servicios sexuales internacionales, una completa gama de alternativas para relacionarse anónimas y a un clic de distancia. Todos estos servicios unidos a los mencionados más arriba, nos demuestra qué es lo que la estructura industrial esta definitivamente señalándonos a los abúlicos consumidores: “si no tienes éxito, ni el auto último modelo, ni viajes, ni dinero, si no cumples el canon de belleza de moda, si no eres sexualmente una bestia entonces no eres”, la lista de producción de deseos podría seguir , para bien de nuestro estrés y esto no sólo lo digo yo, lo dice también Michel Houellebecq en su novela “Las partículas elementales”, cuyo personaje principal liberado de los deseos y las pasiones termina curiosamente alejado del sufrimiento, aburrido si, pero libre de sufrimiento.

Aún así, no creo que la felicidad se alcance de esta forma, como tampoco que sea impuesta por leyes o normas. El desarrollo esquizofrénico del bienestar personal, sustentado por una sociedad libre y la vez atada a sus debilidades, nos esta dejando pocas alternativas para asir la escurridiza dimensión humana de las cosas. Por eso entre tanta cibernética extraño el “sacar a cién”.

Si de algo vale una sugerencia, buscando el silencio, me sorprendí reconociendo lo poco que efectivamente se necesita para ser feliz.

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