El emprendedor prendido

Quiero hablar del “empresario emprendedor” o del emprendedor que es empresario, aunque yo hablaría mas bien de esta “fiebre emprendedora” que parece abrazar todas las esferas de convivencia social y personal en Chile, donde este concepto parece ofrecer las soluciones que faltaban a los problemas del hombre relacionados con la pobreza, la injusticia, la ignorancia, y por fin ofrecer un remedio eficaz contra el sufrimiento y el dolor de cualquier índole.

No logro entender qué es lo que se esta promoviendo. Una nueva actitud de verse a si mismo frente a la vida puede ser, sin duda. Pero la sentencia: “(ad) miren a los (empresarios) emprendedores exitosos y verán porque ustedes los “pobres” no han sido capaces de lograr similar éxito”, me parece sesgada y unipolar. Sabemos muy bien que nuestra sociedad, si la chilena, adolece de males endémicos como el chaqueteo, el arribismo, el oportunismo, el individualismo (de origen patógeno, claro), resentimiento social, corrupción, apocamiento y otros que se me escapan por el momento. Por lo mismo, recordando un reportaje en que se muestra cómo una empresa selecciona entre dos profesionales, al peor preparado, pero proveniente de una comuna “bien” de Santiago, que otro profesional mejor preparado pero de una comuna estigmatizada de “popular”; me pregunto ¿cual es el sentido emprendedor del que me hablan aquí?. Por supuesto podríamos extendernos en análisis inútiles sobre las capacidades de este y aquél, el hecho es que mientras no erradiquemos primero éste tipo de malas costumbres, el “espíritu emprendedor” estará girando siempre para un solo lado.

Navegando por las páginas de “atina Chile” es normal encontrarse con ejemplos de empresarios que han trabajado su éxito, indudablemente con esfuerzo y constancia. Ejemplos que son dignos de seguir. Pero rápidamente este discurso se transforma en un panfleto de la “economía de libre mercado” donde cosas como el “open source” se nombran casi para decir “ojo! que no sólo estamos a favor del copyright”. Amén de la alergia que provoca discutir conceptos derivados de una economía social de mercado, sin terminar siendo tildado de comunista.

He constatado, por otra parte, cómo en este afán de alcanzar y prevalecer en el logro del "éxito", prestigiosos “intelectuales - emprendedores” sentados en un sillón sobre una tarima y ante a una audiencia ávida de novedades, sin inmutarse, defienden su interés por el dinero que por sus servicios o discursos obtienen, terminando con frases como: ¿Cual es sino éste, el fin último de estar reunidos aquí?, recibiendo aplausos.

¿Que es esto?, pornografía de la codicia, corrupción encubierta. ¿Es esto lo que de soslayo se esta promoviendo?

Un amigo, gerente de una gran empresa internacional de tecnología, ante mi pregunta sobre lo que está sucediendo en Chile, con esto del “Xtreme marketing” y la comercialización de todo, (entiéndase, pantallas de televisor en el metro exhibiendo jingles las 24 horas del día, autobuses con pantallitas promoviendo ofertas interminables, grandes carteles en todas las avenidas mostrando las últimas novedades, amén de la calidad de la televisión local, etc,...), me aclara subiéndose de hombros, es la “norteamericanización” de la cultura. ¿Nunca has visitado una feria tecnológica en los EE.UU, por ejemplo o la televisión norteamericana?, allá es peor, y créeme si no lo hacemos primero la competencia lo hará, termina diciéndome, como argumentando una disculpa.

Y le creo. Lamento esta clase de costos del “desarrollo-emprendedor” cuando sin preguntarme me golpean en la cara con información que no busco. Finalmente opté por no ver televisión. Pero esta tendencia ya es global. En Alemania se acaba de aprobar una nueva regulación de propaganda comercial en la televisión. Ahora se podrán mostrar más comerciales y en determinados programas arrendar banners o espacios de promoción de marcas. En Chile llevamos la delantera y no me alegro por eso.

Detrás de todo esto sin duda están los “empresarios-emprendedores”, redes interminables de emprendedores que buscan desesperadamente aumentar sus ventas y mostrar el logro de sus éxitos, algunos incluso al “costo” que sea.

Si es éste el espíritu emprendedor que estamos promoviendo, entonces no soy emprendedor, si el significado del éxito que perseguimos implica la contaminación inevitable de lo mejor de una cultura entonces prefiero fracasar, a continuar persiguiendo la gallina de los huevos oro, ¿o el becerro?

Prefiero al explorador, al innovador, al creativo sin concesiones, al integrador de personas y grupos, al líder comprometido con el ser humano, la cultura y el medio ambiente con todo aquel que entregue algo “más” de lo que recibe y por último con todos aquellos que viajando en atiborradas micros, horas de horas por las atochadas calles de Santiago, por lo menos se cuestionan si efectivamente es eso lo que quieren.

Estoy seguro que habría un sinnúmero de empresarios que arrugarían la nariz si les cambiaran algunas reglas del juego para beneficiar a más personas y hacer de esta sociedad, algo más cercano y propio a nosotros mismos, los seres humanos. ¿Quién de ellos, estaría dispuesto a dar el primer paso, o el primer peso debería decir?

Divinizar al “empresariado” como el único motor emprendedor que nos acercaría al "ser" feliz, me parece por otra parte, sesgar el “valor” de la palabra éxito, restringiéndola únicamente, a una forma de generar riquezas que finalmente se puedan transformar en dinero. Lo que no esta mal, pero por favor, inducir además a creer que esto es "ser" feliz, es perverso.

Me pregunto qué es efectivamente lo que queremos educar. Extraño una definición integral del “chileno-emprendedor” que queremos formar o promover. En palabras de A. Maslow: “el gran problema es la formación de la persona “buena”. Persona buena se la puede llamar también persona que evoluciona, persona responsable de si misma y de su propia evolución, persona plenamente esclarecida, despierta o lúcida, persona plenamente humana, autorrealizada”. Cuyo éxito abarque no sólo el propio”.

Sin duda hay empresarios que pertenecen a este grupo, pero también hay muchos que no lo están, no por lo menos en el sentido descrito en el párrafo anterior, y ¿qué sucede con aquellas personas que definitivamente no forman parte de este selecto subconjunto social de "emprendedores-empresarios"?, ¿qué acciones hacemos para educarlos, para que puedan despertar y verse a si mismos sin sentirse derrotados antes de comenzar?. ¿Qué herramientas les damos (la familia o la sociedad) y qué valores inducimos?, ¿Que sucede con la entrega, la bondad, el desprendimiento, la seguridad, el sentido de pertenencia, el afecto y finalmente el amor?.

Emprendedor también es aquel que al borde de la muerte no le teme dejarnos porque su amor no conoce límites; emprendedor es aquel que en el silencio de sus derrotas no deja de sonreir para comenzar una vez más; aquel que antes de ganar solo para si, prefiere entregar para la felicidad de otros; aquel que en la tormenta no pierde la esperanza manteniendo firme a la suya las manos de los más débiles, de este tipo de emprendedores es de los que me gustaría ser.

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