Sobre patentes, calidad y otras pastas



Para empezar, unas preguntas: ¿Que han estado haciendo los programadores (deben ser cientos) durante todos estos años encerrados tras los muros en Redmond, desde la aparición de WXP?, no me vengan a decir que los paquetes SP1 y SP2 tratando de mejorar lo mediocre. Si fuera así, me parecería como comprar ropa de mala calidad muy cara, asegurándome que los clientes tendrán la posibilidad de parcharla posteriormente y sin costo.
¿De qué innovación hablamos?, sólo basta echarle un vistazo a IE 6.0 para ver con frustración, que no hay innovación desde finales de los noventa. Y si de innovaciones insisten, ésta es dirigida a temas de seguridad y protección propietaria. Innovación que todo en todo caso, el cliente esta y continuará pagando.
Analicemos la verdad. El posicionamiento de MS en el mundo del software doméstico la logró a punta de admitir solapadamente la piratería (W3.1.1 y W95). Hoy en que la amenaza a su hegemonía proviene de otros frentes, incorpora en sus productos innovaciones cosméticas dirigidas a prevenirla para continuar“sacándole leche “ a una vaca “monopólica” enorme, cuyos límites e influencias hace mucho extralimitan lo meramente comercial. Como una alternativa un botón de muestra, lo que hasta ahora he invertido en lo que llaman “software libre”(Linux y distribuciones), lo he pagado a empresas que profitan de este sistema de desarrollo de software, en un sistema de libre mercado. Una combinación casi ideal entre producto, calidad, flexibilidad y servicio. La innovación viene precisamente de este sector de la industria y creo que seguirá aportando sus productos que estimo de alta calidad.
Si alguien me tildara de comunista por apoyar, de esta forma el "software libre" como otros han hecho por ahi, les contestaría "y a mucha honra". Por eso me alegró el revés Europeo a la cuetión de las patentes de software, que no sería otra cosa que ponerle "corset" a la innovación. Hasta aquí el tema del software que fue para empezar.

Más allá de ésto nos enfrentamos a la cuestión básica: copyright o copyleft. Creo que ninguna por si sola representa una alternativa de desarrollo, considerando el ejemplo anterior. ¿qué sucede con la industria de la música, la imprenta y el cine?. No logran convencerme los argumentos esgrimidos por hordas de ejecutivos, acusando la debacle por acción de la piratería. Si fuera así entonces, efectivamente el negocio debería desaparecer, bajo la ley del más fuerte que en este caso es la ley del más inteligente. Lo digo aquí y ahora, es una cuestión de precios, abuso del copyright, y una fórmula antigua de proceso de negocios que se resisten a renovar. Para qué, si los márgenes son tan altos. ¿Cómo es posible que deba comprar un CD a 18 Euros promedio para poder escuchar una o dos canciones que son las que me gustan?. El éxito de Apple y las bolsas tipo Napster nos hablan de un mercado que cambió y que la industria se niega a reconocer. Aquí es donde falta la innovación en canales de ventas y en nuevos productos. La tecnología existe ya hace mucho tiempo, pero mientras continúen tratando de venderme una colección de “libros” cuando sólo quiero uno y en versión digital, seguirán cayendo los gráficos de ventas y yo sosteniendo que “el cliente tiene la razón", que no es lo mismo que el antojo.

Por otra parte, el artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, señala «Toda persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autora». Derecho que pocos discuten y es defendido hasta la saciedad. Sin embargo, el mismo está vinculado a otra disposición del Artículo 27 que indica: «Toda persona tiene derecho a tomar parte "libremente" en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten». Parte, esta última que, salvo escasos ejemplos, pocos reclaman.

La Federación Internacional de la Industria Fonográfica afirma que, la piratería musical es la causa principal de la declinación global de las ventas de discos en los últimos cinco años. Incluso recientemente, varias asociaciones discográficas han iniciado demandas judiciales contra personas naturales por canjear ilegalmente música en Internet. Sin embargo, el 7 de octubre de 2003, en Bruselas, renombrados compositores, músicos y ejecutivos de la industria, solicitaron a sus legisladores en Europa la reducción del impuesto a la venta de discos compactos. En algunos países sigue siendo extremadamente alto, sobre el 20%. Adicionalmente, compositores y famosos cantantes, desligados de las casas discográficas están ofreciendo su música sin costo via Internet.

En Chile, la venta de libros "pirata" representa un volumen no despreciable del mercado, aproximadamente 25 millones de dólares anuales y, para un porcentaje de consumidores, la mejor, sino la única forma para acceder a la lectura. Chile es reconocido por aplicar al libro el IVA más alto de América Latina y uno de los más altos del mundo. Nuestros legisladores empero, creen que no es suficiente y analizan la posibilidad de incrementar en un punto este gravamen, amenazando de pasada el ya debilitado hábito de lectura y por supuesto, la alicaída industria editorial nacional. Esfuerzos por revertir esta tendencia bajo las actuales circunstancias impositivas y de tratados internacionales, siguen permaneciendo bajo análisis.
La materia es, sin duda, mucho más compleja que los ejemplos descritos. Personalmente dudo mucho que la piratería musical tenga en ascuas a la industria fonográfica. Resultado de la falta de innovación para afrontar las nuevas tecnologías y condiciones del mercado. Dudo igualmente, que las políticas y acciones arriba señaladas vayan en la dirección adecuada para disminuir la “piratería”. Unos desviando recursos en acciones legales estériles y otros frenando o restringiendo aun más el acceso "legal" al libro. La solución debiera comprender un trabajo integral, coordinado y efectivo entre autores, consumidores, empresariado y gobierno. ¿Falta creatividad?. Me pregunto ¿quién promueve entonces el derecho a la cultura?

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